Hay personas y organizaciones que nunca cambian. Están cómodas en el inmovilismo.

Hay personas y organizaciones que necesitan cambiar. Éste es mi caso y el de la empresa que dirijo y de la que soy fundadora. Debe ser por eso que podemos liderar procesos de cambio en otros.

Este cambio de ahora me ha hecho reflexionar del por qué de esa necesidad, del por qué de ver más allá, del por qué de escuchar a mi alrededor.

En esa reflexión tropecé con Heráclito, filósofo que vivió 500 años antes de Cristo, y con su frase: Lo único que no cambia es el cambio.

Él decía que nadie podía bañarse en el mismo río dos veces…por dos razones:

PRIMERO porque uno no era siempre el mismo debido a las fluctuaciones permanentes que tenemos que van desde el plano físico, emocional, orgánico y energético y

SEGUNDO, porque el río nunca es el mismo, ya que está, como nosotros, en un constante fluir, cuya corriente cambia de segundo a segundo.

La vida es cambio porque está formada de constantes impulsos y vibracionales. Todo lo que se mueve está vivo. Todo lo que se estanca, tiende a finalizar…a morir. Nosotros, los seres vivos vivimos bajo ese cambio constante. Los cambios más visibles son los que efectúa el cuerpo físico, que dese lo físico generan corrientes que nutren, curan, mueven, dan inteligencia al organismo. Existen otros cambios permanentes a nivel emocional, que son los estados anímicos. Emocionalmente también estamos continuamente fluyendo, disfrutando o complicándonos de acuerdo a nuestras percepciones sobre la realidad.

La realidad es una sola pero la manera de procesarla, dependerá de cada uno de nosotros de acuerdo a nuestras creencias, la actitud mental, la percepción, la experiencia y la intuición.

Han pasado 11 años desde que, de una pasión, nació un proyecto, MERS.

Después de todos estos años no somos los mismos. Lo que empezó como un sueño unipersonal se ha convertido en un proyecto de un equipo.

En estos años, a pesar de que las condiciones externas no eran las mejores no hemos dejado de cambiar, de estar alerta a lo que acontecía a nuestro alrededor.

Ahora, cuando las aguas del exterior vuelven a su cauce nos hemos parado a escuchar, a escucharnos y hemos intuido que se hacía necesario un cambio de imagen, un cambio de marca que explicase en lo que nos hemos convertido. De MERS a meHRs. Ha sido una transición, una mutación lenta propiciada por las personas que se han ido incorporando al proyecto y por los potenciales clientes que pedían que comunicásemos de forma más explícita esa mutación, esa incorporación de servicios y de profesionales que los ejecutan.

En esta nueva fase, volvemos a movernos cómodamente en el cambio que nos llevará probablemente a otros cambios en los que nos sentiremos “como pez en el agua”. Porqué como hemos dicho al inicio “lo único que no cambia es el cambio”.

Mercè Espinosa