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Ir al trabajo diariamente se hace duro para una buena parte de la población en edad laboral. Los motivos son variados: a algunos les falta motivación, otros sienten que podrían llevar a cabo tareas de más valor para la organización, hay sectores que se sienten maltratados y otros, simplemente se sienten transparentes, inexistentes o ninguneados, etc. Otras veces, existen en la compañía problemas de fondo, ya sean culturales, de liderazgo, etc.
En cualquier caso, todo este caldo de cultivo, existente en la mayoría de empresas, se traduce de forma directa o indirecta, en la cuenta de resultados.
Si bien es cierto que partimos de una crisis que ha obligado a empresarios y trabajadores a hacer grandes esfuerzos para mantener la vida de la compañía y, como no, mantener sus puestos de trabajo en tiempos muy convulsos, también es cierto que el porcentaje de ausencias ha disminuido sensiblemente.
Sin embargo, con los brotes verdes que nacen después esta larga y tediosa crisis, ciertas personas vuelven a un cierto estado de relax, que lleva irremisiblemente, en muchos casos, a conductas absentistas, presentistas y de soldiering.
A pesar de todo ello, las empresas suelen cuantificar estos casos mediante un porcentaje, sin preguntarse qué representa en términos económicos, ni siquiera si existe algún funcionamiento, actitud o habilidad por parte de directivos, mandos y/o encargados que pueda ser claramente mejorada.
Es un hecho que, en el último año, los porcentajes de absentismo en las compañías han empezado de nuevo a repuntar, obligando a los directivos a sustituir a aquellas personas que han faltado a su puesto de trabajo, incurriendo, por tanto, en sobrecostes de producción los cuales, en infinidad de ocasiones, no pueden ser repercutidos al cliente final. También se han instalado los comportamientos presentistas, sin aumento de producción a pesar de pasar más tiempo en la empresa, con el fin de hacerse visibles para encargados, mandos y directivos. Por otra parte, las personas que gustan del uso de la conducta de soldiering, son aquellas que hacen lo mínimo en su jornada laboral, con el fin de pasar sus horas haciendo lo mínimo.
Para hacer frente a todo lo anterior y disminuir el porcentaje de absentismo, presentismo y soldiering, en primer lugar, tenemos que ser conscientes de su gravedad y de su coste, al tiempo que se ponen en marcha todas aquellas estrategias que nos faciliten su decremento. Las posibilidades son amplias y variadas. Solucionar el problema es imperativo.
Por último, le invito a contestar unas preguntas como reflexión:
¿Ha considerado alguna vez cuáles son los factores que influyen de forma directa en el absentismo, el presentismo y el soldiering en su organización? ¿Quién más tiempo está en la empresa es el quien más produce o quien más problemas soluciona? Si mejorara los procesos de su compañía, ¿podría producir más sin incrementar sus costes? ¿Cómo lo haría?
Autora: Eva García, Coach Consultoría Organizacional.