Durante años el cortoplacismo resultadista, ha formado parte de los planes estratégicos empresariales.

Organizaciones implantadas en un sector muy concreto, con un target de mercado consolidado. Cumplir la ley, era la máxima concesión a la que en el ámbito de bienestar laboral se podía aspirar. Hablar del concepto de empresa saludable era una utopía, solo al alcance de líderes visionarios incomprendidos, que hacían de una nueva manera de gestión y de la responsabilidad social corporativa su bandera. Cualquier novedad era vista como una afrenta a un estilo, que funcionaba sin más.

Un período de recesión obliga a nuevas percepciones. En un mundo cambiante, globalizado y diverso, cada vez más organizaciones llegan a la conclusión que la supervivencia futura posiblemente dependa del cambio presente. Las empresas se creen su papel de transformadores sociales. Ya no sirve con ser buenos, hay que marcar la diferencia, no sirve con atraer, hay que ser irresistibles, esa organización donde todo el mundo quiere trabajar, donde las personas están en el centro de la misma y son los principales embajadores de la marca.

Por fin la misión y la visión están alineadas con los valores empresariales, sin constituir solamente una estrategia de marketing. Hemos pasado de la prevención porque no queremos tener problemas a la promoción de la salud porque queremos cuidarte. Una manera proactiva de actuar, con proyectos bien estructurados, con objetivos medibles, con resultados económicos demostrables y emocionales que van ambos directamente a la cuenta de resultados de la organización.

¿Aún crees que la empresa saludable no es una realidad?

Iván García
Director Área de Salud meHRs