Cada día oímos hablar más de alergias e intolerancias alimentarias, en especial al gluten, y hoy un 1% de la población es diagnosticada como celíaca. Es importante diferenciar los alimentos que causan alergia alimentaria de los que producen intolerancia alimentaria, ya que son conceptos diferentes.

La alergia es la reacción defensiva del organismo frente, en el caso de los alimentos, a una proteína (alérgeno) que reconoce como extraña y provoca la activación del sistema inmunitario y la creación de anticuerpos IGE. La intolerancia, por su parte, es un proceso menos grave en el que el organismo no puede asimilar correctamente un alimento o uno de sus componentes, pero no interviene el sistema autoinmune.

Un ejemplo típico de la diferencia entre ambas reacciones está en la leche y la lactosa. No hay que confundir la intolerancia a la lactosa, que produce diarreas debido a la incapacidad de digerir este componente, con la alergia a la leche y sus derivados.

La intolerancia a cualquier alimento puede producir síntomas leves de dolor abdominal, diarrea o náuseas, pero permite consumir pequeñas cantidades de estos alimentos sin que nos sienten mal. En el caso de alergia hay que eliminar completamente el alimento de la dieta por siempre ya que cada vez el organismo lo reconocerá como extraño y activará el proceso de reacción alérgica que puede ir desde una simple rinitis o urticaria a un shock anafiláctico.

En España, según los médicos alergólogos, la alergia a determinados alimentos se ha duplicado en menos de una década y en los próximos diez años se calcula que la mitad de los europeos seremos alérgicos a la leche, los huevos o el pescado.
Aunque las cifras bailan dependiendo del organismo consultado, se estima que hoy en Europa un 3% de la población adulta tiene algún tipo de alergia alimentaria y un 6% de población infantil.

¿Porqué aumentan tanto y tan rapido las alergias alimentarias? Se barajan muchas causas y no se apuesta por ninguna en particular. Los cambios en nuestras costumbres alimentarias, alimentos transgénicos y cada vez más refinados y procesados, aumento de productos congelados y en conserva, la introducción de cientos de proteínas nuevas destinadas a modificar el gusto, el color o la consistencia, la globalización e importación de alimentos que antes apenas consumíamos, alimentos ricos en grasas, obesidad, falta de vitamina B por escasa ingesta de productos frescos, contaminación, factores genéticos, estrés y hasta un exceso de higiene en la primera infancia que puede debilitar el sistema inmune contribuyen a un aumento significativo de las alergias alimentarias en el mundo occidental.

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